Es cuando el arroyo bullanguero, alegre y divertido estando en su adolescencia ya es un arroyuelo o riachuelo, alegre y prometedor que va regando los pequeños valles, llenándolos de vida por doquier y alegrando los campos floridos y las florestas multicolores.
Las aguas del arroyo son tan nítidas y diáfanas como un cristal color turquesa en el que todo se refleja, es difícil distinguir cual es real y cual es el reflejo, cuando asoman los pececillos parecen suspendidos en el aire y a cada paso que hay dar, cuidando de no lastimarlos, pero son tan escurridizos que parecen pequeñas flechas.
El arroyuelo esta urgido por llegar al llano donde lo esperan ansiosos y sedientos los árboles y los arbustos, para regar los campos de cultivo, los hermoso y fértiles valles y los enigmáticos bosques.
Ya mayor, el riachuelo se hace sentir, ahora brama y es el señor río, de tímido pasó a ser temido, nada lo detiene, todos lo respetan, porque para llegar a ser lo que es, bajó quebrando montañas y arrastrando rocas para hacer un camino y formar su cauce por el que avanza alegre y ruidoso.
Respetado es el señor río y avanza muy orondo y orgulloso por los valles del llano, la pradera, la sabana, regándolo todo.
- Donde nace el río, nace la esperanza de la naciente vida.
Los alegres campos de geranios multicolores y donde la reina es la rosa amorosa se alegran de su fiel amistad, lo que origina un sentimiento que va llenando el ambiente de olores naturales, como el de la tierra mojada o de la dulce miel derramada, a frutos maduros, a ramas quebradas o flores arrancadas que protestan emitiendo sus aromas quebrantados; es el rezo de la Tierra desde el alba hasta el atardecer donde muchas flores cierran sus capullos y quedan en trances de meditación y otras las abren hechizando a las consecuentes noches.
Fluye el riachuelo en su suave correr, sin apuros, sin prisa sobre su lecho pedregoso, aligerando el paso, ondulante, espumoso, goza rozando con el pedregal de su lecho,
Conforme va en su cauce, este se va ensanchando, va creciendo y mayor es su alegría la ver como la gente se va alegrando.
Y salta y ríe al chocar contra el roquedal y sigue avanzando, serpenteando el valle nueva sangre se le va uniendo en una frugal transfusión y en una oquedad que encuentra en su camino se echa a descansar formando una bella laguna de aguas nítida, cristalinas, claras y transparentes donde retoza y goza antes de seguir su camino.
Su cauce va por bosque lluviosos, que insistían en llenar el río, por lo que apura el paso y rumoreando va cantando a los amores que se vuelven ingratos, así arrastra la vida y arrastra los recuerdos que en las noches de Luna evocan los amores que nunca se olvidan.
El río marchaba cargado de sorpresas, sus aguas corren alegres, avanzando y rozando a las piedras que se ríen felices.
Donde baja el río nace la reforzada esperanza de la naciente vida.
El río nunca es el mismo y en su recorrido cada vez mas, apura el paso porque al final hay alguien que lo espera con los brazos abiertos.