El ruiseñor empezó a cantar

                                           El ruiseñor empezó a cantar

      Fábulas

Cuentan que hace muchísimo tiempo, poco después del nacimiento del mundo, todas las aves se parecían unas a otras, excepto en sus tamaños.
Eran de un color pardo arriba y blanco por abajo y tenían el pico de la misma forma. corto y recio.
Pues bien, un día Dios recorría el mundo contemplando las maravillas de su creación, de pronto se le ocurrió que el aspecto de las aves eran muy monótono y pensó en mejorarlas; llamó al Arcángel Gabriel y le ordenó hacer los preparativos para que convocara cierto día a las aves a una reunión y al llegar el día de la reunión en una gran montaña verde se congregaron todas las aves del mundo ya Gabriel le costó trabajo mantenerlas quietas mientras iba pasando lista; al decidir que todas las aves estaban presentes fue a informarle a Dios que su orden estaba cumplida; el Señor ordenó a Gabriel llevar una gran bolsa que estaba llena de diferentes tipos de picos y una caja de pinturas de colores maravillosos, a continuación les explico a los pájaros que podían elegir un color y que iban a ser pintados, las aves se emocionaron y gritaron llenas de emoción, luego añadió que cada uno podía elegir su pico.
El primero en presentarse fue el papagayo y se engalanó primorosamente, nadie había contemplado nada tan bello desde entonces.
El Señor y Gabriel contuvieron la risa, pero no pudieron dejar de intercambiar las miradas cada vez que el papagayo pedía un poco de color  de rojo o amarillo o del brillante azul, cuando terminó de pintarrajearse escogió un pico fuerte y ganchudo con el que podía romper las nueces y otras semillas, satisfecho voló de regreso a Sudamérica más alegre que unas pascuas y graznando de orgullo.
después le tocó al mirlo, que había estado mirando atento cuando el ave anterior recibía los colores y vió que las otras aves se burlaban, aunque disimulaban las risas cubriéndose la cabeza con sus alas, el mirlo prefirió y eligió un hermoso tono negro sencillo y lustroso , pero no pudo resistir el atractivo de un pico de vivo color amarillo que descubrió en el saco, los demás pájaros convinieron en que hacía juego con el negro; antes de partir voló a posarse en la rama de un roble y lanzó al aire un hermoso canto de acción de gracias.
Una por una las aves fueron pasando a elegir sus colores y sus picos; el tordo se mantuvo quieto mientras le cubrían el pecho con manchas de color amarillo; en cuanto al pavo real, ya se imaginaran cuantos remilgos tuvo antes que quedar satisfecho, al terminar se fue, ni siquiera se paro a cantar de agradecimiento, pero el Señor Dios ni se inmutó ni se disgustó, siguió pintando porque amaba mucho y por igual a todos las aves: a los pratincolas, a los paros carboneros, aguzanieves, picoteras y golondrinas de pecho rojo.
El Señor encontró un pico enorme y pensándolo que lo había hecho por error se dispuso a arrojarlo lejos de allí, cuando el pelícano le rogó: "un momento Señor, me parece que ha mí  me vendría muy bien" y así a sido porque esa ave marina lo ha conservado hasta el día de hoy.
Era un hermoso día de verano y al caer la noche dios observó que ya solo quedaban unos cuantos pájaros y les dijo que les dejaba en libertad para que escogieran el color que quisieran, así pués el martín pescador, el jilguero, el carpintero, el abubilla y la oropéndola, así como un o dos avecillas más le tomaron la palabra y se hicieron cubrir de tonos azules, verdes, rosas y amarillos esplendorosos.
Todas las aves ya estaban con su color y se habían agotado los picos, Dios y Gabriel descendieron agotados de la montaña, muy cansados, sin duda, pero muy contentos de su labor cumplida en esa larga jornada, al llegar al pie de la montaña escucharon el batir de unas alas y cierto alboroto en el bosque, alguien se acercaba, los dos se detuvieron, pero ya casi anochecía y como no distinguían gran cosa reanudaron su marcha, cuando escucharon una voz de un pajarillo castaño y gris que salió aleteando de entre los matorrales y gritando "¡Señor, Señor!"; era el ruiseñor, Dios extendió el brazo y el ruiseñor se posó en el: me dijo el mirlo ...  que habías invitado ... sí, que nos habías invitado para hacernos pintar, pero vivo en lo más espeso del bosque y nadie me lo comunicó y cuando lo supe me vine volando, espero no haber llegado tarde, ¿eh Señor?; Dios echó una mirada a su valiosa caja de pinturas y vio que estaba vacía, no quedaba ningún color, se habían terminado, la avecilla miró la caja vacía y no pudo reprimir un quejido de amargo desencanto; segura de que la culpa era suya se disponía a remontar el viaje de retorno, cuando el Señor se agacho a ver que hallaba y encontró entre unos pinceles unas gotitas de pintura de color oro; 
- Vuelve aquí, posate un momento en mi dedo y quédate quieto.
El ave color castaño obedeció el Señor cogió el pincel y tocó levemente la lengua del ruiseñor con la punta de oro, esto le trajo un sabor áspero y ardiente al ruiseñor, luego el ave emprendió vuelo hacía los matorrales y a poco y de súbito se puso a cantar, nadie nunca había escuchado nada igual, el campesino que conducía a sus vacas y pasaba por allí se detuvo al momento alelado; en la montaña el pastor que cuidaba a sus ovejas se olvidó de ellas y clavó la mirada en la lejanía maravillado, mientras su esposa que arropaba a su hijito en la cama, fue hasta la ventana y aguzó el oído, como si escuchara el canto de los ángeles.
Dios y el Arcángel Gabriel lo escucharon también un largo rato y luego se encaminaron a casa, no tuvieron que preguntarle al ruiseñor si era feliz y a más de un kilómetro de distancia seguían escuchando aquel divino canto.
Anonimo

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